

Porque, y pensando en el poso que deja el cuento después de leído, hoy ha sido un ramo de flores, pero mañana Clara (o cualquier otra persona) puede hallarse de nuevo en peligro por ser o actuar diferente. Al final del relato, ambos jóvenes compran "su" ramo de flores y, se insinúa, la relación que había entre los dos se ha roto, y probablemente se separarán de inmediato en cualquier caso, la conformación al patrón social ya está hecha, y ese ramo, que no va destinado a ningún difunto, sino sencillamente a la evitación de la crítica social, es el mejor símbolo que se podía haber elegido. Cortázar, mediante el punto de vista elegido, defiende el derecho a la diferencia frente a las críticas del resto del cuerpo social, pero se muestra pesimista.

Siempre fue Julio Cortázar extremadamente sensible y vigilante ante los modos de una sociedad que aspira a conformar y uniformizar a todos sus miembros en este caso, y aunque no se nos informa de ello, la costumbre de llevar flores al cementerio en el día de difuntos puede ser el punto de partida que hace que una sociedad se muestre reprobadora, hasta llegar a la violencia, de aquellos que no siguen las convenciones. Pero, como decíamos, Cortázar lleva más equipaje en sus relatos. Desde un componente de cotidianeidad se asciende gradualmente a la rareza, luego a la inquietud y finalmente a la tensión de un peligro cierto. La estructura del cuento, considerada como exponente del realismo mágico o, más propiamente, del relato de terror cotidiano clásico, es modélica. Entonces se dirigen a un puesto de flores y compran un ramo cada uno. Como si de una fuga se tratase, ambos jóvenes, que durante el trayecto se han dado mutuo apoyo ante esta situación, descienden del autobús escapando por poco del conductor. Todos los pasajeros se apean en la parada del cementerio de Chacarita, menos Clara y el hombre, y entonces la indignación del conductor para con ellos se vuelve amenazante y violenta, contenida apenas por el revisor. Poco después sube un muchacho, también sin flores, y el fenómeno se reproduce. Todos los pasajeros del ómnibus llevan un ramo de flores, menos Clara. Pero, en un breve resumen, Clara sube a un ómnibus y de inmediato empieza a notar las miradas fijas en ella de los otros pasajeros, del revisor, del conductor. Por descontado, Cortázar siempre aporta otros niveles de significación a su narrativa, de manera que Ómnibus no se detiene sólo en el mero escalofrío o la inquietud que produce en el lector.Įl relato pueden leerlo en el enlace que figura al pie de esta reseña. Este es un relato de terror cotidiano que, por estructura y composición, es una obra maestra y modelo del género.
